Reímos, jugamos y nos acostamos juntos. Una tarde. Incluso proyectamos algún un hijo en común, con naríz hortalizada y sonrisa merengue brillante, para siempre.
Pongo un pié en el suelo, procurando que sea el derecho, y plancho con la mano la parte trasera de mi calzoncillo. Legañas, fuera; zapatillas, puestas.
Se me va la mirada hacia dónde te quedaste dormida anoche, y no te veo. Tu cama, color asfalto y color tejado, me dice que has vuelto a tu país. Y no sé cuál es.
Vuelve pronto por Barcelona, turista. Ayer lo pasé muy bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario